—En este pueblo, sabe usted, nos encantan las visitas. En cuanto oímos el silbo de Marcial desde la curvona, nos ponemos en marcha. El alcalde cierra el paso del agua y la fuente queda muda. Graciela vacía un saco de tierra en la plaza, en montoncitos cuidadosamente dispuestos. Si hubiera baile (a veces hay baile), los músicos esconden los instrumentos y las trillizas cortan con sus tijeritas de plata las guirnaldas y las dejan escapar al viento. Es un juego: los postigos colgando; las puertas arrancadas de sus goznes y tiradas por ahí, como de cualquier manera… y debería ver cómo ululan y ríen los más pequeños camino de la ermita. Todo esto a mediodía, pero si es medianoche y algún bobo (no se ofenda) da con sus huesos aquí por error, es aún mejor. Nos encantan las visitas, sabe usted, pero nos gustan aún más cuando son para quedarse.

Pin It on Pinterest

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Privacidad