¿Quién es Miranda Grey? ¿Cómo llegó a convertirse en la protagonista de una novela negra como Malas influencias?

Estas preguntas son más complicadas de lo que parece. Siempre es difícil resumir a una persona en un par de frases, en un par de párrafos, en un par de páginas o incluso en un par de libros.

Y es que quizá eso sea lo complicado acerca de Miranda: para mí no es un personaje.

Para mí es una persona.

Como tú o como yo.

Pero, como dijo Jack El Destripador, vayamos por partes…

 

Antecedentes de Miranda Grey — Un vistazo al pasado

Como ya os expliqué cuando hablé de la trama de Malas influencias, la historia viene de lejos, de muy lejos. Resumiéndolo mucho (que no es cuestión de repetir aquí el tocho que os solté en la otra entrada), la trama central del libro es muy antigua. Si no recuerdo mal, todo lo que tiene ver con Norma Seller y… bueno… lo que descubrimos que lleva meses ocurriéndole en Malas influencias forma parte de una novela breve que escribí con 14 o 15 años.

En aquella novelita (tendría alrededor de 120 páginas) no aparecía Miranda Grey, ni Jesús, ni el comisario Alcázar ni el inspector Torres.

Sin embargo, cuando hace cosa de cinco años decidí hacer un ejercicio práctico de creación de guión, tomé prestado aquel antiguo argumento y lo utilicé como base para lo que acabaría siendo Malas influencias.

Desde el primer momento supe que quería afrontar aquella historia desde el punto de vista de la investigación. Y, por lo tanto, necesitaba una investigadora.

Ahora bien, cuando estás pensando en un personaje protagonista necesitas un nombre. Y no, no vale llamarla Paca y luego usar el botón de buscar y sustituir del procesador de textos. No vale porque la sonoridad del nombre, su origen semántico, la frecuencia o la rareza del mismo determina tu forma de pensar en el personaje, de imaginarlo.

¿Os imagináis a Antonia Scott (Reina roja, Juan Gómez-Jurado) llamándose Julia Gómez? ¿Verdad que no?

Pues eso.

Pensando en nombres (tenía claro desde el principio que Malas influencias sería una novela protagonizada por mujeres) de pronto se me ocurrió Miranda.

«Miranda —pensé, paladeando cada sílaba.»

Y de pronto una voz dentro de mí que no era yo añadió:

«Grey. Miranda Grey.»

La sonoridad era perfecta. El nombre era perfecto. De pronto podía verla.

Naturalmente, comprobé si el nombre estaba libre. Lo único que encontré fue este vídeo en youtube en el que una chica narra cómo fue su experiencia eligiendo su vestido de boda:

¡Me quedé de piedra! ¿Vaqueros? ¿Camiseta negra? ¿Chupa de cuero? ¡Era exactamente cómo se había aparecido Miranda Grey en mi cabeza! (y es exactamente cómo se viste para acudir a la investigación del asesinato de Daniel Urtice al final del capítulo 1)

Miranda Grey, in case you’re reading this post I really wish you the best and hope you can eventually read «Bad Influences» translated into English. I bet that reading the book will be a phenomenal experience for you too! If you do so, don’t hesitate to contact me by email or twitter. I’d really love to know your thoughts about the novel

En cualquier caso, recuerdo que me preocupó que existiera una Miranda Grey real (aparte de otra tal Miranda GRAY que escribe sobre la menstruación, los ciclos lunares, etc…). Así que le pregunté a la Miranda de mi imaginación qué opinaba al respecto. ¿Consideraba ella que debería cambiarle el nombre? A ver, a mí no me apetecía NADA hacerlo (Amanda Grey fue una opción que barajé durante un segundo antes de descartarla con una mueca), pero quería conocer su opinión.

Esto fue lo que me respondió:

—¡Que se lo cambie ella!

Claro que sí, Miranda. Claro que sí…

En fin, Miranda, como veis, se quedó con el nombre de Miranda Grey. Por lo visto a ella le gustaba mucho y, ¿quién era yo para disuadirla de utilizarlo?

Sin embargo había algo que no acababa de entender. ¿Grey?

«¿Por qué te apellidas Grey, Miranda? —me pregunté.»

 

Miranda Grey, cuando el nombre define al personaje

El personaje surgió a partir del nombre.

Si algo tenía claro era que «Grey» no era su auténtico apellido. De modo que le busqué otro, uno que fuera la antítesis de aquel que se había aparecido en mi mente y, como tengo un pequeño TOC con que las cosas tengan sentido, decidí que empezara por la misma letra: García.

De modo que Miranda García y Miranda Grey.

Hummm…

Ahí tenía dos personajes, no uno solo. Grey tendría que ser todo lo que García no era. García (que no se me enfade ningún García, por favor, yo mismo me apellido Rodríguez, que tanto monta…) evocaba en mi cabeza oficinistas ajetreados. Grey debería ser todo lo contrario.

 

Pero, ¿por qué había elegido ese seudónimo?

¿Y si no lo había elegido ella sino su…?

Porque era escritora, claro. Como Norma Seller.

—¡Qué coño! —me dije.— ¡Que Norma Seller sea otro seudónimo!

Y así nacieron Norma Segura y Norma Seller.

Bien, ¿cómo es entonces Miranda Grey?

Miranda Grey es cínica, desdeñosa, tiene cierto aire no de femme fatale, sino de la idea que tiene Miranda García acerca de lo que es una femme fatale. ¿Es retorcido? Por supuesto, pero, ¿no lo somos todos?

Su forma de ser, su punto de vista, se configuró a partir de ahí.

 

Las novelas policiacas y las casas de muñecas

Hablemos de las novelas policiacas y las casas de muñecas.

Ya desde la primera página del primer capítulo del libro sabemos que a Miranda le encanta la novela negra y que construye casas de muñecas en su tiempo libre. De hecho, se menciona que «Tanto su segundo libro como la casa de muñecas eran una obra en construcción».

La venta de las casas de muñecas es lo que la permite salir adelante mes a mes porque, oh, sorpresa, los libros no dan para comer.

Si estabas esperando encontrarte con el típico protagonista molón que ha triunfado en la vida y es un escritor de fama mundial, olvídate. No es el caso de Miranda Grey. Como ella misma diría:

¿Conoces a esas escritoras de éxito que viven en un casoplón y no saben qué hacer con su fortuna? ¿Las típicas rubias con tipazo que protagonizan las películas de sobremesa? Yo soy todo lo contrario. Pero Norma sí. Norma es una de ellas. Y quizá por eso su marido está muerto. Habrá quien lo llame desgracia. Yo lo llamo justicia poética.

Porque eso era algo que tenía claro desde el principio: Miranda García no es una ganadora.

Su primer libro fue un fracaso (como casi todos los primeros libros, y los segundos, y los…). Su matrimonio también fue un fracaso y no solo eso, sino que fue culpa suya que se fuera a pique (ya descubriremos por qué). No tiene trabajo. Sobrevive con lo que le queda del acuerdo de divorcio y lo que saca construyendo casas de muñecas por encargo. Está viviendo en la antigua casa de su abuela, su vida se encuentra en un impasse, en un limbo. Y está sola. Muy sola.

Hasta que recibe la llamada de Jesús a las dos de la madrugada en el «Capítulo 1: Una llamada a medianoche», por supuesto.

Ahí todo se dispara y comienza a rodar a una velocidad endiablada…

 

Miranda Grey y el rock and roll

Esto fue decisión personal. A mí me encanta escribir con música, de modo que me planteé introducir las canciones que elegía para escribir cada capítulo en la trama. Visto el vestuario de Miranda, consideré que ella y yo teníamos gustos musicales parecidos (ella más rockera, yo más clásico, pero compartimos un área considerablemente grande de gustos comunes), así que cogí una de mis listas de reproducción para escuchar mientras conduzco y la renombré para ella: Miranda On The Road.

A fecha de hoy, la considero la «banda sonora oficial» del libro y, si tenéis spotify y queréis escucharla, contáis con mi bendición. Basta con que introduzcáis el nombre de la lista en el buscador de spotify y debería apareceros en primer lugar.

La lista de canciones que aparecen mencionadas en el libro, en cualquier caso, la podéis encontrar en otra entrada del blog, titulada «La música en Malas influencias».

 

Miranda Grey DESPUÉS de Malas influencias

Como es natural, Miranda cambia al final del libro. Lo que ha vivido durante las 500 páginas de Malas influencias a lo largo de la investigación para descubrir la verdad tras la muerte de Daniel Urtice (el marido de Norma Seller/Segura, recordemos) la ha hecho enfrentarse a la oscuridad que podría llegar a apoderarse de ella con el tiempo, ha puesto su vida en peligro en varias ocasiones, y la ha obligado a perder casi todo lo que más quería.

Por supuesto que cambia. ¿Cómo no va a cambiar tras algo así?

 Cambia ella, cambia su relación con los demás y consigo misma. Cambia toda su vida.

¿Lo hace para mejor?

¿Lo hace para peor?

Bueno, hay una máxima a la hora de narrar una historia: muestra, no cuentes. Así que permite que no te cuente lo que le pasa a Miranda Grey, sino que te muestre dónde puedes encontrarlo. Verás, está todo aquí…

En Malas influencias, ¿te animas a descubrirlo?

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